Nacido y criado en Punta Arena, Razvan tuvo una infancia sin demasiados eventos remarcables. Siempre listo para echar una mano al prójimo, intentaba siempre tratar a la gente por su nombre, conociéndolos un poco más con cada conversación mantenida. Solía decir: "Si no nos entendemos entre nosotros, que somos vecinos, ¿qué esperanza tenemos de que los de las grandes ciudades nos entiendan?".
Tras su graduación, Razvan pasó a depender de sus propios medios. Pese a las insistencias de la Orden de que se quedara en Murofinal, Razvan volvió a Punta Arena. Había visto en qué se convertían los militares profesionales de Vigilia y no quería ser uno de ellos. Luchar está bien siempre que haya una causa que lo justifique, como la protección del más débil o la oposición a la tiranía y la injusticia. No descartaría volver al ejército del Lord-Protector, pero no antes de experimentar la vida y adquirir en ese tiempo un conocimiento más profundo del mundo. Además, en Punta Arena coincidiría con Sandru y su caravana. ¿Necesitaría guardias?
Razvan Troi
Fue siempre un fiel devoto de Iomedae, la diosa del deber, la justicia y el honor. Por eso, al cumplir los dieciséis años, se unió a una caravana con un destino muy claro: Vigilia, la capital de Murofinal. Allí aprendería que el deber y el valor se han de demostrar mediante disciplina. La dura vida en el cuartel y el lento ascenso entre los compañeros moldeó el carácter de Razvan un poco más. Vio como hombres y mujeres a los que consideraba sus mejores iban poco a poco convirtiéndose en cínicos y se lamentaban de su mala suerte cuando les tocaba hacer tareas o guardias. Él, sin embargo, cumplía su tarea a rajatabla sin perder el aplomo. Ni siquiera la noticia de la muerte de sus padres a causa de un ataque goblin a Punta Arena consiguió agriarle el carácter. A veces, en el silencio de la noche o en el tumulto de las actividades cotidianas, Razvan se acordaba de su pueblo, de sus padres... Y más concretamente de Sandru.
Guerreros sagrados de Vigilia, en Murofinal.
Mientras todo el mundo consideraba que Razvan era un poco inocentón y confiado, Sandru siempre tenía una palabra amable para él. Razvan se sentía torpe y nervioso en su presencia, porque claro, Sandru llevaba años viajando con la caravana mientras que Razvan no había salido aún de Punta Arena. Sandru no se reía cuando Razvan le hablaba del deber y el honor, como otros. Incluso le defendía diciendo que gracias a gente como Razvan, la gente como Sandru y los demás habitantes de Punta Arena podían dedicarse a sus cosas con relativa tranquilidad. Este trato de Sandru hacia Razvan era simple amabilidad, según Razvan. ¿Qué otra cosa podía ser? Razvan se conformaría con eso. Atesoraba todas las palabras amables y miradas expresivas que Sandru le había dedicado y hacía de ellas su refuerzo. Con eso bastaría...
Sandru Vhiski, un atractivo bribón
Tras su graduación, Razvan pasó a depender de sus propios medios. Pese a las insistencias de la Orden de que se quedara en Murofinal, Razvan volvió a Punta Arena. Había visto en qué se convertían los militares profesionales de Vigilia y no quería ser uno de ellos. Luchar está bien siempre que haya una causa que lo justifique, como la protección del más débil o la oposición a la tiranía y la injusticia. No descartaría volver al ejército del Lord-Protector, pero no antes de experimentar la vida y adquirir en ese tiempo un conocimiento más profundo del mundo. Además, en Punta Arena coincidiría con Sandru y su caravana. ¿Necesitaría guardias?
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